Ayer vi el biopic de esta prestigiosa autora en la película del mismo nombre, donde se narra parte de su juventud, así como la tempestuosa relación con el que sería su futuro marido. Y descubrí en ella, el trato vejatorio hacia las mujeres de aquella época, el menosprecio de sus capacidades intelectuales y el sufrimiento que conlleva la muerte de una madre sin haberla conocido.
Hija del filósofo y político William Godwin y la filósofa feminista Mary Wollstonecraft, fue criada por su madrastra, puesto que su madre falleció a los pocos días de nacer. Ese hecho, unido a la muerte de su primera hija siendo un bebé, a la licenciosa vida de su pareja, el poeta romántico y también filósofo: Percy Bisshe Shelley, quien ya sostenía una buena reputación y no solo como escritor, si no por malgastar el dinero y estar casado con anterioridad, la marcaría para siempre.
Un día, de la mano de su hermanastra Claire, con quien Lord Byron tenía una relación, la pareja fue invitada a una mansión en Suiza. Donde en una noche tormentosa de verano sucedió el famoso hecho: el anfitrión retó a sus amigos: Mary Shelley, Percy Bisshe, su doctor particular John Willian Polidori y a él mismo, a escribir cuento de terror cada uno. El doctor Polidory presentó “El Vampiro”, Lord Byron unas pocas líneas que tituló “El entierro” Percy Bsshe, angustiado por la bebida y por el suicidio de su esposa, quien acababa de recibir la noticia, no escribió nada, y Mary Shelly esbozó y concibió su más inquietante obra: “Frankenstein o el moderno Prometeo” una de las novelas más editada, copiada y llevada al cine de todos los tiempos.
Si le gusta la literatura vaya a verla, es muy recomendable. Cuando llegué a casa me leí su biografía, la de sus padres y su esposo, la de Lord Byron y la del doctor Polidori, quien acabó suicidándose porque el “Lord” editó la novela a su nombre.