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Crucero por el Adriático

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Siempre había sido enemigo de los cruceros, pero me enredaron y no tuve más remedio que ir. Íbamos siete parejas, temíamos que todo acabara mal, pero no. Fue maravilloso, pronto repetiré.

Nuestro periplo se inició en Venecia, a bordo de un buque que hacía honor a su nombre: “Fantasía”. El camarote era de lujo, con un pequeñito balconcito al mar, desde donde podíamos contemplar el mar y las ciudades cercanas de la costa. El primer desembarco lo hicimos en Bari, tras un buen desayuno en el buffet libre. Desde allí fuimos a un pueblecito curioso llamado Alberobello y regresamos alrededor de las cinco de la tarde. Al día siguiente nos llevaron a Grecia, donde visitamos sus más bellas y principales islas, sus ruinas históricas, Atenas y otras ciudades que no recuerdo sus nombres.

En Croacia, visitamos la soñadora y medieval Dubrovnik, una ciudad bellísima que nos dejó encantado.

Las veladas en el barco fueron maravillosas, cenábamos en el mejor restaurante, veíamos espectáculos distintos cada noche, bailamos y nos tomábamos unos magníficos cócteles en el delicioso pub Manhattan, mientras charlábamos de lo acontecido durante el día.

El viaje fue caluroso, pero el regreso estuvo lleno de nostalgia por esos nueves días extraordinarios. Lo recomiendo fervientemente.