Recuerdos
Hay días en que recuerdo mi infancia y no tengo más remedio que sonreír socarronamente con las trastadas que de vez en cuando urdíamos en mi pandilla. Por entonces veíamos películas del oeste americano donde los indios siempre perdían las batallas a manos de los pistoleros y soldados yanquis, los cuales siempre aparecían en el último segundo. Un día, jugando a indios y forajidos, atamos a uno de nuestros amigos a un árbol, lo rodeamos de matojos, le prendimos fuego y… por poco nos encarcelan.