El último tramo aparece seco, por eso a prióri decepciona un poco. Sin embargo, cuando nos adentramos por el cauce, por el cual hay caminar todo el rato, descubrimos un pequeño riachuelo que recorre un cañón de una vegetación selvática de gran belleza.
El sendero habitual es hasta una pequeña cascada y tiene una duración de unas seis horas entre la ida y la vuelta.
Hay quien lo hace en julio e incluso en agosto, pero la época ideal es, entre mayo y junio, cuando el deshielo o las aguas cristalinas bajan de las alturas. La dificultad es baja, (lo he hecho dos veces) se recomienda llevar bañador y, sobre todo, zapatillas de deportes antideslizantes por los
cantos rodados de las piedras que contienen los fondos del mismo río.