Me habían contado que era una ruta de escasa dificultad, de agradable recorrido, pero nunca imaginé tanta belleza.
¿Cómo contarlo?
A ver, se trata de una especie de desfiladero, surcado por un río de aguas impetuosas, proveniente del deshielo de Sierra Nevada. El paisaje es frondoso, desde las montañas caen numerosas cascadas y posee unos recovecos impresionantes que os atraparán.
El sendero, estrecho y sinuoso, transcurre por la ribera del río. Hay que cruzar varios puentes colgantes, un túnel de gigantescas piedras y se deben salvar rocas, haciendo malabarismos, porque de lo contrario impiden continuar la marcha, pero para nada peligroso. Mientras avanzábamos nos encontramos con escaladores que ascendían por las cortadas paredes pétreas haciendo rafting, colgándose o descolgándose de sus cuerdas con suma destreza.
Os recomiendo, fervientemente que no os perdáis esa maravilla, merece la pena echar cualquier mañana allí.